Así es como ve el mundo una Persona Altamente Sensible
¿Alguna vez te has preguntado por qué te afectan tanto algunas cosas?
Un día en la vida de una Persona Altamente Sensible (PAS) puede ser una maravillosa y aterradora montaña rusa de emociones: puede llorar de alegría al contemplar un cuadro que le agrada y sufrir ansiedad por una contestación poco amable. Todo ello un martes cualquiera.
El hecho es que el mundo es un lugar extraño para los PAS. Y, teniendo en cuenta que un 20% de la población es altamente sensible, puede que tú seas uno de ellos y no lo sepas.
Y que estés sufriendo más de la cuenta debido a ello.
«Si la piel es una barrera, una frontera física entre el mundo y tú, las PAS tienen la piel muy porosa, muy fina… tienen muy poca barrera». La metáfora es de Karina Zegers, coach especializada en tratar con PAS y la responsable de traer el término a España, a través de su libro La alta sensibilidad.
Con un hemisferio derecho del cerebro —el emocional y creativo— más activo que el de la media, las personas con este rasgo de la personalidad viven de una manera mucho más intensa tanto lo bueno como lo malo de la vida.
Hablamos de estímulos físicos (pueden sentirse muy incómodos en un centro comercial plagado de gente, en un bar con mucho ruido, con el olor de un cigarro….) y de estímulos emocionales (sentirse deprimidos por las noticias, por la crueldad del mundo en el que vivimos, porque una vecina ha comentado que está enferma…).
Del mismo modo, algo tan sencillo y cotidiano como una canción bonita, un gesto amable o una puesta de sol pueden conmoverlos hasta el llanto.
Es como si cogiéramos la vida y le subiéramos la paleta cromática a tope, acentuando al máximo tanto sus luces como sus sombras.
«Hay delincuentes y personas drogadictas que, realmente, eran hipersensibles, pero no cayeron en un ambiente adecuado… Es un caldo de cultivo de muchas enfermedades, pero también es un caldo de cultivo de lo mejor. Porque bien cogida, en los años adolescentes, la alta sensibilidad puede dar lugar a lo mejor», explica José Luis Carrasco, Jefe Psiquiatría Hospital Clínico de Madrid, en este reportaje para TVE.
Un 20% de la población es altamente sensible: puede que tú seas uno de ellos y no lo sepas
De hecho, detectar a un sujeto altamente sensible desde su infancia determinará en gran medida cómo este se enfrente al mundo:
«Una persona que ha aprendido a ser feliz con su sensibilidad —cuenta Karina—, será una persona muy creativa y empática… Y la empatía es una cualidad que hoy en día necesitamos mucho. Hay quienes llegan a ser ejecutivos, porque para liderar a un equipo se necesita saber cómo están esas personas, cómo se sienten. Una sensibilidad bien llevada te puede llevar muy lejos».
Pero hasta que esa alta sensibilidad se detecta y se canaliza, puede ocasionar problemas.
Además de ser un caldo de cultivo para ansiedad y depresiones, las PAS también pueden llegar a sentir físicamente el sufrimiento: la piel y los sistemas respiratorio y digestivo son los principales afectados.
Quizá no sea tan sorprendente, teniendo en cuenta que muchos de ellos reconocen que «bicho raro» es una etiqueta que han tenido que aceptar durante toda su vida…
¿El mundo no está preparado para comprender a las personas altamente sensibles?
«Muchos PAS —explica Karina— viven con la idea de que tienen que ser aceptados. Y yo, sin embargo, intento hacerles ver que los demás nunca van a comprender lo que ocurre en su cabeza. Depende de los PAS entender que los no PAS jamás van a lograr entenderlos».
Parece un trabalenguas, un laberinto intrincado. Pero es que el mundo es un lugar extraño para las personas altamente sensibles.
Extrañamente doloroso y… conmovedor.
Que nadie te vuelva a decir que no debes llorar.
Por: Josune Imízcoz